El día que me llamaron ciclista - QH 2013

Gallu
Ciclismo de Carretera
23/05/2015

17.30 horas del viernes 21 de junio de 2013. Me monto en el coche, llevo todo lo imprescindible, incluyendo el maillot y culotte ANDANDAEH TEAM cortesía de Maikel, muchas ganas y más nervios. Carretera por delante, como el año pasado (Treparriscos 2012) mucho tráfico. Hoy la gasolina huele a ciclismo, será que el humo de los tubos de escape se impregna del aroma que desprenden los cientos de bicis que veo en la parte trasera de los vehículos que voy rebasando en la autovía. Hace buen día, y mañana han dado mejor, parece que los dioses querrán acompañarnos.

Llego a Sabiñánigo, madre mía, qué de gente. De la rotonda sur, a casa de mi amigo Jorge (donde hoy “dormiré”) hay escasos 800 metros, pero en el camino esta Pirenarium, centro neurálgico este año de QH 2013. Más de veinte minutos me llevará recorrer ese corto kilómetro, al llegar desembarco trastos y flaca, qué bonita está, parece que sabe que el día siguiente será su día…

Recojo el dorsal, compro un par de geles (los tenía preparados en Zaragoza y allí se quedaron a velar la gran cita desde la nevera…), nervios, muchos nervios. Llamo Edgar, el Gurú, el maestro que no abandona al aprendiz, esta saliendo de Zaragoza, doy una vuelta por la expo, me encuentro a un par de conocidos y espero que llegue. Por fin están los tres aquí, viene con Elena y Leire, fotos de rigor en la salida, esta atardeciendo, nos despedimos y quedamos a las 6.45h. Me voy a casa de Jorge, está subiendo de Zaragoza, llega a las 22.15 cenamos algo, charlamos un rato con su familia y a dormir. Bueno más bien a intentarlo ya que será pasada la 1.30h cuando por ultima vez mire el reloj. Nervios, muchos nervios.

Sin saber como ha sonado el despertador, me levanto, desayuno, y me enfundo el uniforme. Un, dos, tres…listos, se hace la hora y acudo a mi cita con Edgar, no sin antes ponerle algo de emoción al tema de salir del garaje de mi amigo, primero sin caso y luego sin bidones. Nervios, muchos nervios.
Por fin nos vemos, vamos hacia la salida y nos desvían, primera vuelta de rigor, y a la cola del pelotón, nosotros y un mar de cascos por delante, al que pronto llegarán nuevos invitados… La espera se hace tensa, el líquido ya ingerido y los nervios hacen mella, hay que cambiar el agua al canario… y a ello que vamos. El tiempo pasa, hacemos un par de fotos antes de salir y suena el cohete. Esto empieza, la gente se agita pero nadie se mueve. Más de quince minutos esperaremos en nuestro sitio antes de que el pelotón eché a andar. Por fin lo hace, se atranca, se detiene de nuevo y vuelve a arrancar, con una pata fuera de la cala 100, 200, 300 metros, clack!, segunda cala dentro, nos vamos, y pasamos por meta.

Hace fresco pero el calor de la gente casi nos lo quita, que maravilla, gracias a todos por estar ahí, animando como campeones son a los que ahora salimos a rodar. Y eso hacemos hasta Jaca, rodar o más bien volar, los grupos son enormes, casi no hay viento o al menos no se siente, las piernas están frescas y las ganas son muchas, volamos por la autovía y sin darnos cuenta llegamos a Jaca, circunvalación y enfilamos a Villanúa. Hay que comer y eso hacemos, primera barrita del día, algo pastosa pero bueno, puede pasar con un poquito de líquido que hace que paremos a cambiar el agua al canario…otra vez, meones nos llaman…jejeje.
Llegamos a Villanúa y paramos a saludar a Israeling, y con banda sonora del hombre orquesta que participa en el concurso por el mejor animador de la QH me quito chaleco y manguitos, nos despedimos y seguimos hacia arriba, fusileros asoma al fondo, empieza lo bueno… El puerto ha comenzado, el ritmo tranquilo pero constante, las sensaciones son buenas y a la marcha llegamos arriba, el paisaje está precioso y la gente todavía lo embellece más aún. Gente, gente y más gente, una maravilla, hacen que uno entre 10.000 logré sentirse especial, y a punto de coronar incluso es estrecha en pasillo. Me lo habían contado, me habían dicho que emociona, pero hace falta vivirlo para comprenderlo.

Coronamos Somport, y paramos en un avituallamiento más parecido a la salida de un concierto que a otra cosa. Mucha gente, poco sitio y una obsesión que pese a las varias paradas que realizamos en toda la prueba no comprendí: por qué ir a por tu bebida, plátano, sándwich…lo que sea montado en tu bici cuando otras 2000 personas a tu alrededor la han dejado aparcada para no molestar a los demás? Supongo que a alguno no le sirve aquello de que le animen al subir para sentirse especial y ha de llamar la atención de alguna manera… ya se sabe….el ser humano…es extraordinario…

Lo dicho, comemos y bebemos un poco, nos ponemos de nuevo la ropa de gala y comenzamos el más bonito y divertido descenso de todo el día. Largo, mantenido, con un firme estupendo, con toda la carretera para disfrutar y ….efectivamente con un solo ojo… Qué me pasa? Cierro mi ojo derecho , vuelvo a abrirlo y no veo bien, la carretera se ha vuelto algo borrosa…me temo lo peor, hace un par de semanas bajando el Aubisque ya perdí una lentilla, si me vuelve a suceder pero quedando más de 130 km por delante, la cosa se va a poner muy divertida… Por suerte bajaba casi pegado a Edgar le aviso, paramos un momento, me quito las gafas y ahí está. Increíble pegada al cristal derecho después de más de 5 minutos bajando a 60km/h con el viento dándome en la cara…cosas de la suerte, como dije…los dioses están con nosotros.
Problema de visión arreglado, continuamos el descenso y llaneamos en grupo hasta Escot, pasamos relevos, apretamos un poquito y en una rotonda nos ponemos a tirar de la grupeta, volamos de nuevo y enseguida vemos asomar a la Dama Blanca en el valle. En la primera cuesta que hay justo antes del pueblo paramos de nuevo a vaciar el depósito, y guardar chaleco y manguitos, Edgar aguanta con la ropa, sus bolsillos están apunto de petar…jejeje, y en la parada me explica como va a tratarnos la Dama: 5 km llevaderos, y 4 km finales donde la gente, como dice Edgar si hubiese un puesto de venta de piñones a 1000 euros, se agotarían.
Subimos los 5 primeros y llegamos al avituallamiento líquido, pasamos de largo pero ya noto que la espalda ya va bien cargadita y la lumbar pide un estirón así que a tres kilómetros del final le digo a Edgar que tire que yo tengo paro a estirar. Lástima, las piernas están respondiendo perfectas, pero la espalda va a ser protagonista el día de hoy, tal y como quiso serlo en la Monlora, aunque aquello es otra historia.

Estirando la espalda veo muchos dientes, los que le faltan a mis piñones por ejemplo, pero los que más se ven son los que salen de las cientos de caras de esfuerzo que luchan contra la dama repitiéndose en la mente, hoy gano yo. Así, a la marcha me subo otra vez a la flaca que me mira diciéndome, qué haces que me tienes aquí parada, y como no se lo merece, arriba de nuevo. Parece que estirar a surtido efecto, el dolor vuelve solo a molestia, y leve, las piernas vuelven a carburar y para arriba, a la marcha, sin hacer alardes, sin prisa pero sin pausa, en el fondo llevo una ambulancia detrás así que si algo pasa…ellos se ocupan. El silencio de las primeras rampas, da paso en las ultimas a todo tipo de comentarios, la mayoría de ellos divertidos, la dama se agota y la batalla toca a su fin, la gente lo sabe y aunque quedan aún unos metros para coronar la mente nos dice a todos: ya lo teneís. Y así es, en la cima muchísima gente, aplausos, ánimos y caras sonrientes. La dama ha capitulado, nosotros seguimos en la lucha. Paro un segundo pensando que el avituallamiento esta ahí, pero no, hay que descender un par de kilómetros, así que rápidamente para abajo a buscar a Edgar que seguro que esta ya aburrido de esperarme… Llego al avituallamiento y ahí está, dejo la bici, lleno los bidones y…. No hay sándwiches, noooooo, llevaba yo buen rato pensado en el triangulito mágico y no hay…que decepción…jejeje. En fin, todo se arregla comiendo un plátano de más, cojo una barrita, me pongo chaleco y manguitos y para abajo. Bajamos ligeritos y en un momento dado Edgar me dice que para a intentar llamar a Elena y a Leire, yo continuo tranquilo, cero aerodinámica para guardar espalda y a los pocos minutos ahí que llega el crack. El descenso termina y comenzamos a llanear en dirección a Laruns. Ya han vuelto las muy buenas sensaciones, de nuevo entramos a los relevos y con un pequeño grupo llegamos a la base del Aubisque, que recuerdos! Hacía solo unas semanas ahí estábamos en punto mañana, ahora la dirección y el puerto son otros. No tan duros, pero no por ello menos exigentes. La mente va a jugar en esto, o al menos eso pensaba, pero llevar a Edgar al lado es un seguro de vida. Comienza a picar para arriba, ligera, muy ligeramente, pero para arriba y ahí que empieza la marcheta, piano piano pero muy agusto, las sensaciones son buenas, ninguno tenemos problema y en nada nos hemos comido los 10 primeros kilómetros.

Sin embargo, mi lumbar si que los acusa y justo antes de llegar a Artouste, he de parar de nuevo a Estirar, Edgar continua. Sin el maestro y preocupado por lo mental y la espalda de los cojo… decido utilizar el as que me he guardado en la manga. Traje los cascos y meti música en el móvil antes de salir, asi que la QH va a tener banda sonora y esta no solo serán piñones subiendo y bajando. Asi las cosas, la música me lleva hasta el avituallamiento a mitad del Portalet. Edgar esta ahí, y esta vez si que hay sándwiches, casi congelados, pero hay. Nos encontramos con Edurne Pasaban, fotos de rigor, más estiramientos y para arriba. A mitad del coloso, el resultado no es malo y las sensaciones mejores. Pasamos las viseras, y me veo muy fresco, pongo un puntito más y ni lo noto, me voy unos metros, Edgar me dice que el lleva las piernas algo cargadas y que tire si me veo fuerte. Le digo que no, que a la marcha y que subimos los dos. Y así es, chino chano hasta que a unos dos kilómetros del final veo el Audi A3 blanco de mis amigos, le digo a Edgar que pararé a saludar y el me dice que continua.

Paro y saludo a mis colegas que llevan desde las diez y media animando a todo el que por allí pasa, dando tortilla de patata en pinchitos y agitando cencerros a tope. Hablo con Jorge, mi amigo, me dice que además de animar cada uno se ha debido de crujir unas 12 cervezas, imaginad el resultado si a éstas le ponemos una buena ración de sol: efectivamente como cubas y muy graciosos, me ofrecen parar un buen rato y sumarme al “botellón”, declino y les digo que sigo, y me dan muchos ánimos diciéndome que me ven muy bien, que satisfacción. Me ha hecho mucha ilusión verlos, y si ya iba fuerte parece que sus palabras me dan hasta un puntito más. Los dos últimos km del Portalet no los subo, los disfruto degustándolos poco a poco, porque las piernas van solas, y la velocidad de subida es buenísima, paso uno, dos, tres grupos, y sigo voy como un avión y estoy feliz, muy feliz, el Portalet ya es historia y esta era la barrera mental a superar. Ya lo se, hoy termino.
A pocos metros de coronar veo como Edgar lo hace, así concluyo en que he logrado recuperar subiendo el tiempo que estuve hablando con mis amigos, otro subidón de moral. Paro un segundo arriba, me pongo el chaleco e inicio el descenso, veo que Edgar se embala, así que me empleo a fondo y me engancho a él. Me dice que en Formigal el no para y le digo que yo tampoco, y juntos los dos seguimos camino del Pueyo de Jaca, teneindo aún en la mente la imagen de la gente animando en la cima del Portalet, sin ellos esto no sería lo mismo.

Descenso divertido y completado, tomamos el desvío a Panticosa y paro a quitarme el chaleco Edgar continúa, me tomo un gelete de esos que llevan cafeína a ver si me espabilo un poco porque la bajada de pulsaciones del descenso me ha dejado medio dormío… aunque por poco tiempo, Hoz comienza a picar y enseguida me espabilo, de nuevo hacía arriba, corto pero intenso, las piernas no pican así que decido no guardar nada y meto todo lo que puedo mover, todo me parece bonito, me he venido arriba y las ultimas rampas me dicen…chavalín no te pases de listo levanta un piñoncete majo, y asi lo hago, pero lo dicho, ahora todo se disfruta y las sensaciones ya son buenas no, excelentes. Paso gente, mucha gente y corono, me uno con Edgar en el avituallamiento, rellenamos bidones, una chica amabilísima me deja su pañuelo para limpiarme las gafas, eso es amabilidad y lo demás son tonterías, y para abajo. Descenso tedioso, no permite relajarse demasiado y se me hace hasta un poco pesado aunque la sorpresa está por llegar.

Si bien es cierto que en la subida a Hoz estaban los cachondos del hombre del Mazo, ahora viene la traca final porque como si de un petardo se tratara al terminar el descenso, plaaaaas! La rueda de Edgar revienta como nunca antes había oído hacerlo a otra. Que escandalera montaste Maestro, jajaja, la chica que llevábamos al lado creo que aun sigue asustada jajaja. En fin, arreglamos el reventón, hinchamos, viene el coche de la asistencia mete un par de kilos más a la rueda y a devorar kilómetros de nuevo.

Salimos de la carretera de Hoz a la general, el repechín que pica pero se lleva y a rodar, y en eso ya sabéis quien manda…si si, ese tiarrón alto de azul. Hacemos grupete siete u ocho detrás nuestro y a tirar hasta Sabi, relevos, pocos, entre nosotros más bien y con un Garmin que hasta que pudo, lo dio todo. Ole por él. Castigamos lo que podemos porque rodamos rápido y en breve comenzamos a ver Sabiánigo al fondo, aunque aún nos guardan un par de sorpresas, una buena vuelta para llegar a meta con un repecho corto pero que a estas alturas pica lo suyo.

Finalmente en ese repecho los azules abrimos hueco con el grupo que llevábamos en cola y los dos juntos, tal y como iniciamos esta aventura entramos en meta sonriendo y de la mano.

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Objetivo completado. Mil gracias al maestro sin el no hubiese sido lo mismo. Gracias también a todos los que hicieron el esfuerzo de animar a los valientes que cada año se meten en esta aventura. Estoy contento no, estoy feliz, tanto que no puedo borrar la sonrisa de la cara. Como dice el crack, me he licenciado como ciclista y con unas sensaciones buenísimas. He disfrutado como hacía tiempo y así espero que lo perciban aquellos que lean estas palabras o escuchen las emocionadas historias que de este mágico 22 de junio os voy contando.

Hasta la próxima, porque pronto los azules, sea donde sea, cabalgarán de nuevo.

PD. Mil gracias a Edgar, por su paciencia, palabras y buen hacer. Es un don saber que decir en todo momento bien sea para calmar los nervios, animar o charlotear para pasar el rato; pero también lo es saber cuando no decir nada y simplemente disfrutar.

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