Vaya por delante, como diría Jordi el de mi club, que no pudo ser. Me hubiera gustado que esta crónica hubiera sido un relato épico, donde tras una travesía rodeando el Montblanc, y superando una serie de vicisitudes, conseguí cruzar meta.
Vaya por delante, como diría Jordi el de mi club, que no pudo ser. Me hubiera gustado que esta crónica hubiera sido un relato épico, donde tras una travesía rodeando el Montblanc, y superando una serie de vicisitudes, conseguí cruzar meta.
Vaya por delante, como diría Jordi el de mi Club, que no estaba en mis planes repetir esta ultra, o quizá no tan pronto. En 2021 me quitaba la espinita de 2019 en una edición algo deslucida por la pandemia, pero bajando mi tiempo en algo más de dos horas.
Al publicarse el calendario de 2023, aparecía en medio el Campeonato de Aragón de Ultras en la carrera de Añón Barranco de Horcajuelo, que quería correr desde hacía unos años, en principio en distancia maratón.
Al Trail Barranco de Horcajuelo, que organiza Agustín Vega, de Añón de Moncayo, le tenía muchas ganas ya desde hace tiempo.
Esta frase no es mía, es el título de unas memorias escritas por el corredor Haruki Murakami. La saco a colación por unas "memorias" inéditas mías que descubrí en el cajón desastre que es mi disco duro (vamos, un archivo Word que tenía por ahí).
Aún no sé cómo encontré la web del Utra Trail Picos de la Demanda.
Cuando hace un año abandoné en
Desde hace muchos años quería correr una Ultra en Asturias. Y Ramón me aconsejó: Somiedo. De manera que a Desafío Somiedo que me apunté ara 2020. Por la pandemia, ni en 2020 ni 2021 se disputó. Mantuve el dorsal. Y, al fin, en 2022, se iba a celebrar.
Entre unas cosas y otras, y nueva visita al baño (el voluntario me recomendó unos porque según él los primeros estaban fatal), tardé media hora en abandonar el avituallamiento de Montgarri.
Sinceramente, no recuerdo exactamente en qué momento empecé a pensar en hacer cien millas. Yo creo que desde que empecé a correr en 2010, y luego en 2013 hice mi primera Carrera del Ebro, la larga distancia era lo que más me atraía.
La Nafarroa Xtrem era una espinita que tenía clavada desde el 2019. Ese año yo me había apuntado a la maratón de Horcajuelo, y también a la lista de espera de la Nafarroa (coincidían en el día, o era una o era otra).
Dudé bastante antes de apuntarme a la Perimetrail de Arguis. Siendo una carrera organizada por gente conocida, por terreno bastante explorado desde mi infancia, y cerquita relativamente de Zaragoza, ahora me extraña que dudara tanto. Quizá dudaba de la distancia.
El Gran Trail de Sobrarbe de 2017 fue mi paso a la larga distancia (más allá de los 50 km). El recorrido de ese año, desde Aínsa hasta Bielsa, pasando por sitios preciosos como el Ibón de Plan, yo lo conocía en parte por el encuentro de corredores que se hizo en 2016.
Vaya por delante, como diría Jordi el de mi club, que esta ultra no estaba en los planes iniciales del año. Entre la ultra del Aneto Posets y la de la Canfranc, iba servida. Me tentaba, pero no demasiado.
Había oído hablar tanto del Puig Campana, que llevaba tiempo rumiando apuntarme a alguna carrera que ascendiera esa mole pétrea, de casi 1.500 metros, al lado del Mediterráneo. Ahí estaban los Costa Blanca Trails de Finestrat.
En 2016 participé en los 100k. En 2017 en la carrera de 16k. En 2019 la famosa Maratón de 45k. Me faltaba la ultra “pequeña” para completar las 4 distancias de la Canfranc Canfranc. Me rondó por la cabeza la idea de cerrar el círculo.
Las inscripciones para las carreras de la Canfranc-Canfranc salieron allá por diciembre. No me lo quise pensar mucho, que si me lo pensaba, no lo hacía, y me apunté a la ultra de 100 km.
El dorsal para esta carrera tiene solera. Me apunté a principios del año pasado, antes del confinamiento.
Hace ya un tiempo (antes de la pandemia, que parece que marca una era y todo), se anunció que se iban a hacer una serie de carreras en el valle de Arán, organizada por UTMB.
Está siendo una época convulsa para todo el mundo. Llevamos meses difíciles pero poco a poco vamos viendo la luz al final del túnel. En el ámbito deportivo no es menos.
La idea de hacer la Bucardada surgió justo después del confinamiento de marzo. Ante un año sin (apenas) carreras, se lanzaron al aire muchos retos para hacer por nuestra cuenta, una vez que no hubo restricciones al deporte.
Allá por enero, brindaba por un año mucho mejor que el 2019, un año de carreras, un año en el que me proponía terminar mi tesis, y en definitiva, un año más dulce que el precedente.
Por fin llegó el momento. Tantos meses esperando volver a sentir la sensación de ponerme un dorsal, mascar la competición, disfrutar del ambiente, incluso de los nervios antes del pitido inicial.
FECHA: 28/09/2019. DISTANCIA: 73 kms. DESNIVEL: +5.660 mts. DORSAL: 124 TIEMPO LISTADO: 17h. 48’ 40’’ TIEMPO CHIP: 17h. 48’ 40’’ RITMO: 14’ 38’’/km. PUESTO: 43/73-103(128) PUESTO CATEGORÍA: 18/47 VET A M
A la maratón de Canfranc no llevaba idea de apuntarme, que conste en acta. Pero después del abandono en el Aneto, se me metió en el coco la idea de un cierre de temporada majete.
Un año más me dispuse a participar en la Subidaa Peña Oroel. Me decidí a última hora. No me encontraba demasiado fino, y sinceramente no me atraía participar sin ninguna motivación de tiempo.
Me inscribí a la 8K del valle de Tena justo antes de que subiera el precio de las inscripciones, teniendo ganas de volver a intentar después del intento fallido de 2018.
Vaya por delante, como diría Jordi, que no me tocó el sorteo de plazas cuando me apunté al GTTAP. No esperaba hacerla este año, pero en esto que suena la flauta, y de qué maneras, y me tocó un dorsal gratuito para la ultra, cortesía de Leki.
Antes de nada y pese a desvelar el final: ¡EHUNMILAK YA ERES MÍA!
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