Son las 6.00 y empieza a amanecer. El cielo esta nublado, muy nublado y entre las montañas del pre pirineo se observa una niebla blanca y densa.
Shira esta nerviosa mirando a través de la ventana. Ha estado toda la noche afilando las garras para enfrentarse a la batalla que se le presenta.
Es joven, solo tiene tres meses, pero los ha pasado preparándose para enfrentarse a una de las batallas mas duras que puedas imaginar: La Dolorosa, 164Km y 4900 desnivel positivo.
Después de desayunar nos dirigimos hacia Petilla de Aragón, lugar donde empieza todo. Comienza a llover, son solo unas gotas, pero avisan de los que nos vamos a encontrar durante todo el día. Una vez en Petilla nos dirigimos al lugar de salida, hay dos kilómetros, con un desnivel de casi 200 mts. Shira se acelera al paso de los jinetes, la tranquilizo, queda mucho por delante y hay que regular.
Ya en el lugar donde comenzara todo, se oyen comentarios y batallas pasadas, se oyen comentarios sobre el tiempo, da igual, hay que empezar y Dios proveerá.
Suena el cohete de salida, salen los jinetes desbocados mientras tengo que seguir tranquilizando a Shira, no esta cómoda, muchos jinetes intentan adelantar por lugares imposibles, te empujan, saltan piedras al paso. Le susurro las palabras sabias de un espartano compañero de batallas: “Las que entran por las que salen”. Parece que me entiende y afloja, aprovechando para saludar a viejos conocidos de otras batallas.
Mientras tanto el sol intenta abrirse paso entre las nubes. Se empieza a atisbar la esperanza de que Dios nos deje luchar de tu a tu.
Llegamos al primer puerto importante: Contadero, cuatro kilómetros de rampas asumibles que en el último km sorprende con rampas del 20 y 30%. Vamos cómodos, hemos cogido ritmo, adelantando jinetes mientras sigo conteniendo a Shira, esta eufórica, sonríe cada vez que adelanta algún jinete y aprieta más. Le tengo que recordar que esto en muy largo y hay que guardar para el final.
Una vez pasado el primer gran escollo hacemos un descenso para enfrentarnos a los siguientes puertos, que no siendo tan duros hacen que empieces a acumular km y mts. Shira sigue impaciente, quiere avanzar, quiere ir delante, disfrutar de la gloria, y así llegamos a Longas donde paramos a reponer fuerzas. Vamos bien, nos encontramos bien. Llevamos casi 60km con una media de mas de 16km/h.
Comenzamos el siguiente puerto, nos comentan que es el más duro de la jornada, no por su kilometraje que es relativamente corto, sino porque los descansos son al 11% de desnivel, o eso dicen…..
El puerto es duro, pero con el terreno empapado por las tormentas de los días anterior se hace muy duro, Shira clava sus garras, paso a paso avanzamos, despacio y seguro a pesar de lo que cuesta despegar las garras para poder continuar y llegar a la cima. Una vez conseguido nos dirigimos rápidamente hacia el siguiente obstáculo de la jornada y entonces:
Dios se enfado…
Fueros 15 minutos, pero parecía que el cielo se había caído, imposible avanzar, no se ve el camino, las garras resbalan, no hay forma de sostenerse. Avanzamos poco a poco con la esperanza de que amaine. El panorama que nos encontramos es agónico, jinetes parados con cambios rotos, cadenas rotas, empapados en sudor y barro. Pero Shira sigue adelante, poco a poco, con la fuerza que le da la juventud y las ganas de superación.
Los kilómetros pasan poco a poco, encontramos algún compañero con calambres y otros incapaces de avanzar debido a la falta de tracción, hasta que llegamos al decisivo km 79. Hay que decidir, vamos por la titánica ultra maratón o decidimos continuar por la épica maratón. La respuesta es sencilla, vamos a por la titánica. Seguimos avanzando hasta que vuelve a caerse el cielo, esta vez es imposible avanzar, subimos contra corriente, un rio de barro no nos deja ver el firme que pisamos hasta que en un pequeño descansillo Shira pierde el control y acabamos en la cuneta. En ese momento la miro a los ojos y asume que es imposible, no hay manera de avanzar y decidimos dar la vuelta.
El camino hasta Petilla se hace eterno, sigue lloviendo, tenemos que parar cada poco a limpiar las garras y además siento la frustración de Shira.
Así hasta que llegamos a Petilla. Han sido 100km, de los cuales los últimos 40 han sido una autentica agonía, cualquier otro día hubiera sido un triunfo épico, pero hoy es una triste derrota, Shira ha aprendido una gran lección, cuando lo has intentado todo, nadie puede decir que has fracasado.
Y así, entre la frustración de no haber completado la ultra y el orgullo de haber hecho la maratón en un tiempo digno debido a la climatología nos encaminamos hacia casa con la cabeza bien alta.
A la mañana siguiente Shira se esta lamiendo sus heridas, me enseña una noticia del Facebook: el último ultra-maratoniano empleo 14 horas en acabar. La miro y comprendo lo que me quiere decir, simplemente se ha doctorado en luchas y batallas, ha aprendido el valor del esfuerzo y sacrifico. Ya no es la inocente que ayer salió hacer la Dolorosa. Ha aprendido a sufrir y sacrificarse. Así que le digo:
El año que viene conquistamos el territorio Dolorosa.