Maratón de Madrid: crónica

Jordi
Atletismo
18/06/2015
Vaya por delante que llovió. Y llovió mucho. Al principio, esa lluvia fina que incluso agradeces. Pero luego, a mala leche. A cubos. Lo que se viene denominando chubascos. Y yo sin chubasquero.
Esta maratón no tenía prevista correrla según mi planificación anual. Este año tocaba Sevilla, a finales de febrero, y a partir de ahí, bicicleta y montaña. Pero hete aquí que un amigo de Madrid la iba a correr, y como les debíamos a los chicos un viaje a Madrid, y teníamos fiesta del 23 al 26 de abril, y el 26 coincidía con la Maratón, y el Pisuerga pasa por Valladolid… pues bueno, que me apunté. O mejor dicho, me apuntó mi amigo Javier.
- ¿A cuánto irás Javier?
- Si puedo a 5 el km y los últimos a apretar. A ver si bajo de 3h30.
- Venga, si puedo te sigo.
- Va, que tu estás fuerte.
- Pero no he entrenado.
- Pero tienes fondo.
- Bueno, a lo que salga.
 
- …
Y salió… lluvioso. Quedamos a las 8:00 para dejar la bolsa con ropa para cuando finalizáramos la carrera (bolsa que me salvaría la vida). A las 8:30 nos encontramos con Gorka, el otro representante de Andandaeh que iba a correr. Está más fuerte que el vinagre, y su intención era terminar en menos de 3h10. Fotos, saltitos, risas… y al cajón de salida. 3….2…1…. Go!
La maratón (mi maratón) se dividió en dos partes: antes del km 27 y después del km 27.
 
Antes del km 27.
Salimos, corrimos, hablamos… Javier me iba contando los sitios por los que pasábamos. La Castellana, el “monumento a tal”, el “palacio de cual”… Llovía de vez en cuando, no mucho, en plan suave. Incluso era agradable. Pasamos por delante del Bernabéu y uno de los corredores se puso a cantar el himno del Barça, con un par. No me uní a él, pero sonreí J. En esos momentos todavía esquivábamos los charcos. Ana y los chicos, y la Ana de Javier y sus chicos nos animaron en varios puntos del recorrido. La tarde anterior planificamos las horas de paso por sitios a los que se podía llegar bien en metro. En total nos esperaron en 5 lugares distintos. De ese tramo recuerdo como algo memorable el paso por Puerta del Sol. El pasillo de público gritando y aplaudiendo se estrechó hasta poder sentir a la gente prácticamente encima. Se me erizaron los pelos de los brazos. Reí. Aceleré. Agradecí los ánimos. Y seguimos corriendo a nuestro ritmo previsto. A 5’ el km. Y llegamos a la Casa de Campo. En ese punto ya empezaba a llover más y, ya no evitábamos todos los charcos. Había muchos, y las fuerzas menguaban.
Nos alcanzó la liebre de 3:30 y nos adelantó. Nosotros la seguimos, pero iba más rápido de lo previsto. La seguimos un kilómetro, y creo que en ese kilómetro me desfondé. Le dije a Javier que si no le podía seguir, que él tirase. Que fuera a por las 3h30m, que yo no iba a batir ninguna marca anterior. Me animó pero vi claramente que no era mi día para heroicidades. En ese momento ya llovía con bastante fuerza. Vimos a las Anas y a los chicos otra vez, y [mi] Ana se puso a correr a mi lado, preguntándome como estaba. En ese punto, con cuesta y lloviendo francamente me costaba correr. “¿Pero acabarás? Si no puedes para, eh? “ Respondí que acabarla si, que no se preocupara, pero que dejaría escapar a Javier e iría a mi ritmo.
Y así lo hice.
 
Después del Km 27
Hasta el 30 bajé el ritmo a ver si podía recuperar, y de hecho recuperé bastante. Pero la lluvia también se recuperó. Me planté en el 30, lloviendo a cántaros y corriendo a ritmos de 5:05-5:15. En alguna bajada aceleraba y recuperaba algo de tiempo, corriendo algún kilómetro a 4:30. Pero cuando volvía la subida, me volvía a los 5:15-5:20 el kilómetro. Estaba empapado. Pisaba todos los charcos. La gente seguía animando y gritando, pero refugiados bajo los balcones o debajo de las marquesinas. En el km. 38 volvían a estar Ana y los chicos. Me paré un segundo para darles un beso (ya que vienen…) y seguí. Quedaban 4 kilómetros. ¡Eso ya estaba hecho! Pero entre la lluvia, que a esas alturas ya no hacía ni pizca de gracia, y la subida, me salieron a ritmos de 5:50, 6:02, 6:13 y 5:44.
Crucé la meta en 3 horas 37 minutos. Ana y los chicos también estaban allí para animarme. ¡Gracias familia! ¡Sois grandes!
 
Después del Km 42 (y 195m)
Me paré, respiré hondo, recuperé el aliento, me colocaron una medalla que en ese momento pesaba horrores, bebí, bebí mucho y me encontré a Javier. Él había terminado en 3h32m. Iba bien hasta el 39, y luego se le hizo “cuesta arriba” (nunca mejor dicho…).
Rápidamente fuimos a por la ropa seca para evitar la hipotermia que se avecinaba. Seguía lloviendo y al parar de correr el cuerpo se enfrió. Mucho. Empecé a tiritar y le pedí a los voluntarios que me dejaran cambiar dentro de las tiendas militares en las que guardaban las bolsas. En principio no dejaban, pero me debieron ver tan mal, que nos dejaron entrar. ¡Gracias voluntarios!
Ya con la ropa seca, al menos la parte de arriba, fuimos a por las Anas y los chicos y de allí para casa y a la ducha.
Dos horas después estábamos comiéndonos un cocido madrileño que nos dejó como nuevos.
Una gran carrera, una pena lo de la lluvia, un circuito bonito pero duro por las subidas y bajadas. Una más a la saca.
 



Con Javier antes de dejar la bolsa


Con Javier y Gorka, antes de la salida


El buen humor que no falte...


¡Hasta nos animaron con un cartel!

Finisher

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