Si, ya lo se, tenéis razón. Dije que había terminado mi temporada de asfalto y ahora me iba a centrar en la montaña. Acumular desnivel sin conocimiento para llegar lo mejor posible al gran reto del año: Ehunmilak. Pues cambio de planes, dándole una vuelta de tuerca al dicho "la cabra siempre tira al monte", yo lo decidí cambiar por "la liebre siempre tira al asfalto" y es que me había salido una oportunidad que no podía dejar pasar. Hacer de liebre SUB3 en el "V EDP San Fermín Marathon Pamplona".
Todo empezó de camino a un entrenamiento más de montaña en la zona de el Frasno. Mi compañero Lorenzo me comentó que iba a hacer de liebre de 3:15 y que por los tiempos que yo manejaba, era posible que pudiera hacer podio y todo. ¡Ya la hemos liado! No me puedes decir esas cosas a mi que soy de corazón caliente y nula consciencia. Durante esa semana, el "run run" se había apoderado de mi y como todos podéis imaginar, al final decidí apuntarme.
Cuando se lo comenté a Lorenzo, el me contestó si mejor no prefería hacer de liebre SUB3. La organización se había quedado sin voluntarios y necesitaban a alguien. ¡Ya la ha vuelto a liar! Esta vez el "run run" apenas duró 20 minutos. Era una experiencia muy bonita que se me había brindado y no podía rechazarla.
A partir de ese momento empezaron las dudas y los nervios. Por tiempos en otros maratones no tendría que tener ningún problema pero hacia meses que había dejado de entrenar en serio en asfalto y era una responsabilidad muy grande si no lo hacia bien. Sentía los típicos nervios de mi primera carrera y con ellos me presenté en Pamplona.
La peculiaridad de este maratón es que se celebra en horario vespertino sobre un trazado de 4 vueltas al mismo circuito. Correr por la tarde me daba respeto porque mi cuerpo está acostumbrado a hacerlo a primera hora de la mañana. En cambio, el recorrido lo veía positivo. En la primera vuelta me podía estudiar el trazado y así poder mejorar en las siguientes, controlando los ritmos dependiendo del desnivel y los giros.
Nos juntamos en la linea de salida con el resto de liebres, cada uno venido de una esquina de la geografía española, entre ellos otro viejo conocido, Mikel, compañero de mis primeras batallas. Al mando de todos nosotros se encontraba Laura, organizadora de la carrera. Como curiosidad, decir que todas las liebres estaban duplicadas salvo yo. ¡Más leña al fuego para avivar la tensión!
¡Equipazo! Foto de DN Running
Ahora con las nuevas tecnologías es relativamente fácil llevar un ritmo. Te pones unas alarmas en el reloj que te van avisando si lo haces mal pero como todo en este mundo, las tecnologías fallan y digamos que mi reloj no es el mejor del mercado. No es muy fiable. Había hecho varios entrenamientos antes de la carrera de tiradas largas a 4:16 intentando ser lo más regular posible. Ya no podía hacer más, solo esperar que mis piernas respondieran durante 42 kilómetros.
La salida se da a la vez a cuatro distancias (10k, 21k, 42k y maratón de relevos) por lo que iba a ser muy rápida. Arrancamos y el primer kilómetro a 4:02 ¡Pues empezamos bien! En cuanto el cuerpo se aclimata, empiezo a enderezar el rumbo, los 3 siguientes los clavo a 4:15. Me siento muy cómodo aunque el reloj me indica todo el rato que voy más rápido de lo normal. Es muy difícil retener un ritmo mientras el cuerpo te pide ir más rápido.
Los primeros minutos estoy un poco desubicado con mi nueva misión pero poco a poco me voy soltando. El grupo es muy reducido y ya vamos entablando contacto con los demás corredores. Mis compañeros liebres ya me habían estado dando consejos y ya lo había vivido en persona cuando era yo el que seguía a las liebres. Es imposible contentar a todo el mundo. Cada corredor tiene unas características diferentes y para lo que uno es lo correcto, para el otro es todo lo contrario. Empiezo a oír los primeros comentarios: -Va muy rápido-, -Menudos cambios de ritmos hace-. Ya lo siento, soy nuevo en estas lides, intento hacerlo lo mejor posible.
Pese a los posibles tirones, realizamos los primeros 10 kilómetros con apenas 20 segundos de adelanto con el tiempo previsto (42:20). Ya me he aprendido el circuito y se donde ganar tiempo y en que lugar podemos permitirnos soltar el acelerador. Al paso por el ecuador de la carrera ya solo nos quedamos los componentes del maratón. Mirando las clasificaciones, he visto que los que participaban en la media han conseguido bajar de 1:30 en su mayoría. Me alegro de haber sido participe de su logro aunque les haya hecho sufrir un poco.
A estas alturas ya solo quedábamos 5: Luismi, un pamplonica con muchos seguidores. Jose Luis, un gallego que me prometía una mariscada si acababa conmigo. Joseba, que estaba preocupado por sus elevadas pulsaciones. Oscar, descontento por los avituallamientos y un servidor. Por momentos me recordaba a esas películas de terror que tanto me gustaban de pequeño. Varios protagonistas muy diferentes entre si que iban cayendo en las garras de un despiadado asesino. En este caso, el villano era el propio MARATÓN.
Los cuatro supervivientes. Foto de Diario de Navarra
El primero en caer fue Jose Luis. Intenté animarlo pero cuando al cuerpo se le acaba la gasolina, poco más se puede hacer. Mientras veía como se quedaba atrás, la opción de la mariscada se desvanecía. Tendré que ganármela, acudiendo a la primera edición del Maratón de Vigo, su ciudad natal.
Joseba y Oscar fueron desapareciendo poco a poco, paralelamente con la puesta de sol. Es posible que su combustible fuera la luz y con la ausencia de ésta, sus fuerzas menguaron. La película avanzaba muy rápidamente y con aún 15 kilómetros por delante, solo quedábamos Luismi y yo. La verdad es que hicimos un gran equipo. Ahora era cosa de dos y lo íbamos a a conseguir.
En todo momento intenté tenerlo motivado y el respondía muy bien. Llevábamos ritmo de SUB3 pero lo parte más dura estaba por llegar. En este tramo conseguimos contactar con una chica que estaba compitiendo por equipos. Le anime a que se uniera, si no se despegaba de mi, conseguiría llegar a meta antes. Y vaya si lo hizo, menudo carrerón se marcó. He intentado mirar su resultado final pero no lo he sabido encontrar en la clasificación. Me emocionó mucho que al finalizar me diera las gracias.
Al final de la tercera vuelta habíamos bajado un poco el ritmo pero aún teníamos margen de maniobra. Mis compañeros también me habían avisado de una peculiaridad a tener en cuenta. Tenía que hacer los cálculos con respecto a la medición de la carrera y no con la de mi reloj. Como os habrá pasado a todos, los puntos kilométricos casi nunca coinciden. Entre que mi cabeza no daba para más haciendo cálculos y que no había marcado en el trazado casi ningún kilómetro, yo ya no sabía por donde me daba el aire.
Lo peor de todo es que Luismi empezaba a dar signos de debilidad. Había kilómetros que bajábamos mucho el ritmo. Lo bueno, es que habíamos reclutado a otro corredor para la causa, un componente de relevos del equipo "Gure". Cuantos más mejor. Intenté recuperar en las partes más favorables de la carrera pero las fuerzas estaban muy justas. Me debatía entre quedarme con Luismi o seguir con el otro compañero para hacer SUB3. Al final, aunque habíamos compartido toda la carrera, mi misión era llegar en un tiempo estipulado y tuve que subir el ritmo.
Los últimos kilómetros fueron una incertidumbre. Tenía ganas de ver el cronometro en la meta y ver si había cumplido. También me sentía orgulloso de la alegría que desbordaba mi compañero. Estaba radiante al ver los tiempos que iba a conseguir. Le dejé el protagonismo a él y sus compañeros para que cruzaran la meta juntos. Seguidamente, en un segundo plano, accedí yo a la plaza de toros que era donde finalizaba la carrera. Paré el tiempo en 02:59:09. ¡MISIÓN CUMPLIDA!
Con mis conejitos. Fotos de Pic2Go
Nada más cruzar, me esperé impaciente la llegada de mis compañeros de batalla para darles la enhorabuena. Luismi se quedó a tan solo 49 segundos de conseguirlo y los demás fueron llegando poco a poco. Después de un día dándole vueltas a la situación, aún sigo preguntándome se hice bien en no quedarme con él. Igual si lo hubiera hecho, habría conseguido ser SUB3. Nunca lo sabremos, pero me quedo con sus gratificantes palabras, diciéndome que había sido un placer correr conmigo.
Es una de las grandes experiencias que me llevo a la hora de hacer de liebre. Los gestos de cariño de los corredores por el trabajo realizado aunque en mi caso no haya conseguido que ningún maratoniano bajara de las 3 horas. Es algo que realmente te llena, incluso más que hacer determinadas marcas personales. Ahora entiendo por que mis compañeros liebres llevan tantos años ejerciendo como tal.
No quería acabar sin mencionar y dar las gracias a LAURA, la jefa de la manada. El trato que he recibido por parte de la organización y en especial de ella, ha sido fantástico. Me he sentido como un atleta profesional. Deseo todo lo mejor al San Fermin Marathon en próximas ediciones y ya saben que si lo desean, pueden contar conmigo cuando quieran.
!Va por ti PRIMO!
Tiempo: 02:59:09
Clasificación general: 9
Participantes que acabaron: 185
Tricas
Atletismo
18/06/2018