El dorsal para esta carrera tiene solera. Me apunté a principios del año pasado, antes del confinamiento.
El dorsal para esta carrera tiene solera. Me apunté a principios del año pasado, antes del confinamiento.
Vaya por delante, como diría Jordi, que no me tocó el sorteo de plazas cuando me apunté al GTTAP. No esperaba hacerla este año, pero en esto que suena la flauta, y de qué maneras, y me tocó un dorsal gratuito para la ultra, cortesía de Leki.
Hace un año, mientras cruzaba meta tras las 17 horas de la Vuelta al Aneto, juraba que “no volvía ahí en mi puñetera vida”. La verdad que no tenía intenciones de repetir, y la siguiente prueba que me interesaba, que era el Gran Trail, no lo tenía en mente en un futuro próximo.
A principios de este año me apunté a la Vuelta al Aneto, tras un titubeo de una hora que me hizo pagar ya en segundo tramo. Las inscripciones iban que volaban, locurón, parecían las rebajas. Era algo que tenía clarinete desde la Maratón de las Tucas. Tucas no quería repetirlo.
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