Las inscripciones para las carreras de la Canfranc-Canfranc salieron allá por diciembre. No me lo quise pensar mucho, que si me lo pensaba, no lo hacía, y me apunté a la ultra de 100 km.
Las inscripciones para las carreras de la Canfranc-Canfranc salieron allá por diciembre. No me lo quise pensar mucho, que si me lo pensaba, no lo hacía, y me apunté a la ultra de 100 km.
El dorsal para esta carrera tiene solera. Me apunté a principios del año pasado, antes del confinamiento.
Hace ya un tiempo (antes de la pandemia, que parece que marca una era y todo), se anunció que se iban a hacer una serie de carreras en el valle de Arán, organizada por UTMB.
Está siendo una época convulsa para todo el mundo. Llevamos meses difíciles pero poco a poco vamos viendo la luz al final del túnel. En el ámbito deportivo no es menos.
La idea de hacer la Bucardada surgió justo después del confinamiento de marzo. Ante un año sin (apenas) carreras, se lanzaron al aire muchos retos para hacer por nuestra cuenta, una vez que no hubo restricciones al deporte.
Allá por enero, brindaba por un año mucho mejor que el 2019, un año de carreras, un año en el que me proponía terminar mi tesis, y en definitiva, un año más dulce que el precedente.
Por fin llegó el momento. Tantos meses esperando volver a sentir la sensación de ponerme un dorsal, mascar la competición, disfrutar del ambiente, incluso de los nervios antes del pitido inicial.
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