TRAIL CAT 100 2025, más agónica y más brutal (Parte 1)

la_hansen
Carreras de montaña
23/05/2025

Cuando en marzo del año pasado (2024) terminaba la Trail Cat (agónica y brutal), no llevaba en mente repetir. Me rondaba la cabeza las 200 millas, así a lo loco, pero me acojonaba bastante y no lo terminaba de ver. Fue pasando el año, las carreras, y cuando atravesaba meta en Padres, nuevamente, en noviembre de 2024, en la Epic de 90km, lo tenía aún menos claro. Así que, desde noviembre, hasta finales de año, estuve dudando mucho. Finalmente opté por apuntarme de nuevo a las 100 millas (ya que supuestamente el recorrido sería distinto). Me daban pánico las 200 millas, más que por la distancia, que tiene tela, por las noches toledanas. 4 para ser concretos, ya que la carrera arrancaba a las 12 de la noche de un miércoles. Me daba la sensación de que, si iba pillada para 100 millas, lo iba a estar también para el doble, lógicamente.

Cuando te apuntas con dudas, los nubarrones no hacen más que revolotear alrededor. Hacia finales de enero, y con un arranque de temporada muy suave (en los 10km de la Carrera del Roscón), y viéndome a mi misma totalmente fuera de forma, lo tenía cada vez menos claro. Para más inri, un compañero de laboratorio dejaba la UTE Ebro, y yo, que me conozco cómo funcionan las vacantes por aquí, sabía que no lo iban a sustituir en un corto plazo de tiempo, por lo que tenía serias dudas de poder coger como vacaciones el viernes de carrera. Escribo esto en mayo, y seguimos igual, así que sabía de lo que hablaba.

El caso es que yo me había apuntado con seguro de anulación (nunca se sabe lo que puede ocurrir), así que eché un ojo al tema, pero, socorro, no poder coger el día necesario de vacaciones no estaba ni mucho menos en el listado de razones de anulación. Poco menos que tenías que estar agonizando en una cuneta, porque eso de “no apetecerte” tampoco entraba en las razones. Que, digo yo, hay que tener muchas ganas para correr cien millas.

Hablé con la organización, ellos no gestionaban este tema, y tras una conversación tranquilizadora, opté por esperar a ver qué ocurría con el trabajo. Poco después instauraron el tema de fichaje en el trabajo, lo cual me facilitaba generar horas, en caso necesario (y hasta días que nos deben de vacaciones, pero eso es otro tema). Por esa parte, cero preocupaciones.

En paralelo hablaba bastante con Jordi Besora, con quien había coincidido en la Epic Trail (le salió genial). Iba con muchas ganas de acabar las cien millas, después de dos intentos fallidos (el año pasado no llegó al corte de la primera bolsa de vida). Si hubiera apretado un pelín, hubiéramos coincidido en carrera. El caso es que yo tenía una motivación menor, y quizá lo que más me animaba e ilusionaba era que él terminase. Así surgió la idea de intentar ir a la par, a la marcha, corriendo lo que se pudiese. No tenía ni gota gana de pasar dos noches en vela, y quizá apretando más, lo consiguiese. Lo que pasa es que las intenciones se quedan a veces en agua de borrajas, como ya contaré después (soy lenta, y ya está, y cuanto antes lo asuma, mejor).

Fueron pasando las semanas, y justo en febrero, el martes día 25, la espalda me dio un jetazo que me dejó seca. Pero además sin hacer nada raro, un estiramiento a la hora de tomar café, y entonces noté que no podía apenas moverme, girar el tronco, y ni mucho menos girar el cuello. Ese día volví a casa con mucho dolor. Al día siguiente fui al fisio, que me apañó parcialmente. A poco más de dos semanas antes de la carrera, no sabía si el cuerpo me estaba mandando una señal, o si directamente, se estaba boicoteando a sí mismo.

El ánimo cayó a mínimos históricos, y surgieron más dudas que nunca. He de decir que probablemente sea la carrera que más dudas me ha generado antes de la salida. Me pasé los siguientes días sin correr nada, sólo bici, y no muy fina que digamos. Tenía algo menos de dolor, pero seguía con dolor. Y, de hecho, no me tomaba nada, porque no me servía de absolutamente nada. A la par estuve hablando con Xavi Moré, que iba a volver a intentar las 200 millas. En su momento me animó a apuntarme, pero, como decía al principio, la gestión del sueño me daba verdadero pánico (me veía que no hubiera podido dormir nada).

Con esa tristeza que iba y venía, sabía que eso justificaba la anulación de la carrera. No obstante, esperé a ver mi evolución, quizá se obrase el milagro, y además necesitaba darle el arranque de verdad a la temporada, y sentirme un poco mejor. En esos días se reveló el recorrido definitivo, y pude comprobar que era muy similar al del año anterior, salvo algunos tramos. El martes previo a la carrera pude por fin despedirme de los dolores, y aunque no estaba al 100%, ahí ya tuve claro que, salvo hecatombe, me plantaba en la línea de salida. Luego ya veríamos lo que hacía, pero me conozco y soy muy cabezona.

Jordi y yo habíamos hablado bastante, y yo ya tenía muy claro el recorrido, comparando con el del año pasado, y las diferencias que había entre ambos.

Mapa

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En azul, el recorrido nuevo, y en rojo, el recorrido del 2024

En líneas generales, los cambios eran los siguientes. Nada más salir, obviábamos la subida al Tossal de la Baltassana, que como poco ya había hecho tres veces (en la Trail Cat y en las dos Epic. Íbamos más directos, y salvo un pequeño quiebro en la Gritella, llegábamos a Albarca en unos 12 km, frente a los 23 km del año pasado.

Mapa

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Primer tramo modificado, hasta La Albarca

Alcanzado Albarca, íbamos a Ulldemolins esta vez dando algo más de rodeo, lo que suponían 15 km frente a los 6 del año anterior. Este tramo sufriría un nuevo cambio después:

Mapa

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Segundo tramo modificado

 

Desde Ulldemolins hasta el siguiente avituallamiento, la cosa cambiaba en varias partes del recorrido. En primer lugar, no hacíamos la zona donde me llegué a perder el año anterior, sino que dábamos una especie de rodeo. Los senderos se me antojaban fáciles a golpe de gpx studio, pero era mucho suponer. En un punto dado, recorrido antiguo y nuevo se unían.

Mapa

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Tercer tramo modificado, desde Ulldemolins

Alcanzado ese punto común, más adelante ambos caminos se volvían a dividir, en concreto en la Ermita de San Salvador, donde vi los perros, o más bien sus ojos, en mitad de la noche. En lugar de tirar para adelante, girábamos hacia nuestra derecha, y aparentemente el camino, aunque más largo, era más llevadero o más sencillo (más definido). Esto hacía que, en lugar de ubicar el avituallamiento en Margalef, se ubicara en Cabassers (Cabacés). Luego llegaba un momento que nuevamente ambos recorridos se volvían a juntar. Desde Ulldemolins hasta ese cruce, se recorrían unos 43 km, frente a los 35 del año anterior.

Un papalote de colores en un fondo azul

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Cambio con respecto al avituallamiento de Margalef

Ambos recorridos discurrían a la par, pero hasta Capafons había tres cambios. El primero era que la parte encañonada (donde me pegué media hora o más dando vueltas) cogía un sendero diferente, antes de La Febró. El cambio en distancia era mínimo. Lo segundo que, alcanzado el refugio de la Mussara, se daba un cierto rodeo (que era bajar y subir), convirtiendo el tramo de 2 km del año anterior en uno de 5 km. Pintaba mal desde el gpx studio (y tenía razón, mucha razón). El tercer cambio hasta Capafons era el más notorio, y es que, en lugar de dar todo el pedazo de rodeo que dabas que te dejaba descolocada, pasando por El Bosquet, la cosa se acortaba bastante, pasando de 11 km a 5. Este tramo se me había atragantado, y confiaba que en eso me diese algo de vida.

 

Mapa

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Cambios antes de llegar a Capafons. En rojo, recorrido del 2024

El último cambio de Capafons hasta meta era mínimo, y es que se acortaba el camino ligeramente antes de subir al último punto. Yo de este cambio no era consciente, hasta que estuve en carrera.

Capafons hasta meta

No obstante, en seguida llegó un ligero nuevo cambio del recorrido, y es que el rodeo que se daba pasado Albarca se simplificaba en parte, debido al estado de los caminos. Además, es posible que, en esa misma modificación, llegase la variante mínima una vez pasado Capafons, porque no me suena que estuviese desde un principio:

Un mapa de un papalote

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En azul, el recorrido de 2025, y en rojo, la nueva modificación antes de Albarca

Jordi me habló de una chica llamada Gemma, creo que la conocía. Ella quería hacer la carrera en un tiempo determinado, y Jordi me comentaba de pegarnos a ella todo lo posible a ver si le podíamos seguir el ritmo. Me lo comentó varias veces, pero no me veía capaz de hacer cábalas de tiempo, que luego me llevaba unos chascos monumentales. Yo creo que Jordi prefería ir a su par, y era lógico, después de dos intentos fallidos. Lo que él no era consciente es que igual soy lenta, muy lenta, pero cabezona como buena maña, también.

Y ya se fue echando la semana encima. Tenía bastante curro y en general madrugué mucho todos los días. Yo había currado y usado la bici hasta el día de antes, eso hizo que llegase a priori algo cansada (de sueño). Este año salíamos a las 9 de la mañana de Prades (frente a las 10 del año anterior), y eso me obligó a levantarme algo antes, sobre las 5 de la mañana, con la intención de salir a lo sumo a las 6 y en dos horas plantarme en la salida. Si llegaba algo antes, mejor que mejor. Los pronósticos de tiempo, para mi desgracia, no eran mejores que el año pasado: esta vez nos llovería prácticamente todo el viernes, y el sábado tendríamos tregua. Eso sí, lo que había llovido los días previos dificultarían el recorrido (y no imaginaba hasta qué punto). Iba a hacer más bien fresco, y en función de eso me preparé las bolsas de vida. Iría de largo en todo momento, y recurría a chaquetas que abrigaran algo más. El tema de ropa lo tenía bastante claro, y como daban fresco, no iba a escatimar en capas, y decidí ponerme unas mallas que abrigasen algo más. Llevaba ropa de recambio para las dos bases de vida, pero mi idea era cambiarme sólo en la primera (ya que esperaba llegar mojada de la lluvia del viernes).

El viaje hasta Prades discurrió sin incidencias, llegué en unas dos horas más o menos, medio lloviznaba en algún tramo, y la verdad que me estaba dando una pereza tremenda. Al igual que el año anterior, aparqué en una especie de plazoleta que hay antes de llegar al pabellón, vamos, que tuve suerte. Y ya me dirigí al pabellón, para dejar la bolsa de vida y la bolsa de meta. Me hicieron el control de material, y ahí me dijeron que, debido al estado del terreno (había llovido bastante), se activaba el track de emergencia hasta Cabacés. Eso era un gran cambio. El primer cambio era pasado Albarca, el rodeo que además ya no era tanto rodeo, volvía a simplificarse lo que quitaba 1 km. El segundo cambio era el más notorio, más que nada porque obviábamos todo el tramo de La Llibrería, un tramos pegado a paredes de roca y algo confuso (al menos para el gps, que se perdía). En su lugar, se hacía un tramo mucho más pistero, lo que nos quitaba desnivel en el conjunto de la prueba, y unos 10 km. Hasta llegué a pensar que eso me “facilitaría” las cosas:

En azul oscuro, la nueva modificación

Track de emergencia en azul oscuro, esquivando la Llibería

Eran las 8 de la mañana, más o menos. Mientras preparaba las cosas, llegó Jordi, y estuvimos hablando, y aunque ratificamos que se intentaría ir a la par, me dijo que hasta donde pudiéramos, lo cual era una declaración de intenciones (y no pasaba nada). Volvió a insistir con lo de Gemma, a la cual me presentó. Estábamos pocas chicas, al final María Dolsa, con quien coincidí el año anterior, se cambiaba a las 50 millas. Yo estaba con los nervios de siempre, a pesar de todo y de ir con mentalidad tranquila, porque no lo puedo evitar. Tras varias visitas al baño, parecía que por fin me estaba templando un poco.

Me puse el chubasquero de Dynafit por encima de la mochila, porque llovía y pintaba que nos iba a seguir lloviendo en las siguientes horas. Y ya todos preparados, salimos a toda pastilla.

Juro que hice un esfuerzo tremendo para ir a la par de Jordi. Había barro, pero las Scarpa, que opté sabiamente por llevar, hacían su función y me mantenían el tipo. Yo intuía que estaba corriendo por encima de mis posibilidades, pero quería intentarlo. Íbamos hablando, y de lejos se veía a Gemma. No muy lejos, todavía. Hasta que llegó la primera bajada con piedras semi resbaladizas, y lo vi alejarse sin remedio. Por supuesto, le perdí de vista, y, es más, me costaba pensar que volviese a verlo (acerté de pleno). Y por mi cabeza pasaron mil pensamientos, que resumiré muy fácil (y que conste que así le trasladé a él, literalmente). Y tal cual se lo dije después, os lo trasmito en esta crónica. Me sentí un pelín “triste” o “dolida”, no sabía cómo explicarlo (y sobre todo y ante todo, que no se lo tomase a mal, que las carreras estas son complicadas). Lo que me imagino que me pasaba es que me había hecho una paja mental original de poder llevar un ritmo, y me estaba viniendo bajo en esa bajada. Probablemente a él le estaba pasando justo lo contrario: se había venido arriba al poder seguir a Gemma, porque después del fiasco del año pasado, quería asegurar (y es normal). Y es que, en estas carreras, tienes que estar preparado para poder afrontarlas en solitario. Y pintaba que, one more time, como diría la Britney, que iba a tocar tirar de pitera baturra.

No llevaba ni 8 km de carrera cuando me salí del track por primera vez. Yo seguía tirando para arriba, y el sendero cada vez era menos sendero. Ojo, me tocaba bajar, ¿dónde había dejado el sendero? Volví sobre mis pasos, me encontré con un corredor, y tiramos para abajo en un camino zigzagueante. Yo tenía en la cabeza grabado a fuego que, si un camino dejaba de ser muy aparente, por ahí no era. Lástima que esa máxima originase un pequeño desastre poco después (pero todavía faltaba un poco).

Casi subiendo a El Puntal, pero por ahí no era. En rojo, mi camino, en azul, el track de la carrera

Yo estimaba trotar en solitario mayormente, pero estuve coincidiendo con otros corredores, alguno del año pasado. Eso me ayudó en gran parte. Aunque llovía a ratos, iba trotando más o menos alegremente. Vale que igual no me salía un buen tiempo, pero podía intentarlo.

Alcancé Albarca (12,3 km) cerca de las 11 de la mañana. Llevábamos activada la aplicación de LiveTrail, además de la ubicación y seguimiento en nuestros móviles, para ir registrando nuestros tiempos de paso por distintos puntos (además de los avituallamientos oficiales). En mi caso, eso estaba fallando más que una escopeta de feria, aunque no lo supe hasta mucho después, lo que haría que sólo se me registrasen unos pocos puntos.

El avituallamiento no se alcanzaba hasta llegar a Ulldemolins. Yo trotaba lo que podía, pero se me estaba haciendo muy lejano, más que el año pasado. Razón no me faltaba, este tramo era algo más largo que el del año anterior (tal y como ya había visto en gpx studio). Llegué al pueblo, atravesé sus calles, y cuando salía, me crucé con Simeón (habitual de estos lares), que iba en furgoneta, y me dijo que Mónica Crespillo me estaba esperando en el avituallamiento. Seguí corriendo. La verdad que se me hizo más lejos todavía. Yo sabía que, aunque el avituallamiento era el de Ulldemolins, realmente se ubicaba a las afueras, bastante más a las afueras de lo que recordaba.

Y por fin llegué al avituallamiento, eran las 13:11 (corte horario a las 15:00) y llevaba corriendo 20,7 km. Ya a lo lejos, vi a Ramón Ferrer, que me fotografió, y a lo lejos, a Mónica. Empecé a brincar ya a lo lejos, y nos fundimos en un abrazo con toda el alma. Yo a Mónica la veo de uvas a peras (las veces que voy a correr a Prades), pero nos tenemos mucho cariño, ya que conectamos rápidamente.

En el avituallamiento estuve un rato comiendo y reponiendo líquidos. Seguía lloviendo (no me había quitado ni el chubasquero ni el cubre pantalón), y Jordi había pasado 40 minutos antes. Yo le había mandado un WhatsApp diciéndole lo evidente, que iba a ir en solitario.

Y ya abandoné el avituallamiento, no tendría el próximo hasta Cabacés. No iba mal del todo, dentro de mis posibilidades, hasta que alcancé el km 32, más o menos. Ahí tuvo lugar un pequeño desastre, que no es que me sacase de carrera, pero me sacó de punto, varias veces seguidas.

Mapa

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¿Dónde está el sendero?

Eran las 14:15, más o menos. Llegué a un punto en el que había que descender a un paso del Río Montsant. Había unos corredores que me indicaron por dónde debía bajar (había una cuerda). Pero nos plantamos ahí en medio, y no veíamos por donde seguir. De primeras, lo que se veía era una maraña de arbustos imposibles de traspasar. Uy, arbustos, más bien una mezcla de ramas y restos que había arrastrado el agua. Lo que había ocurrido es que, con la cantidad de agua que había caído, el cauce del río habría crecido y arrastrado a su paso de todo, impidiendo el paso que de normal seguro que era posible.

Giramos hacia la derecha, había una cueva, la Cova de Argamassa. Aparte de restos de senderistas, ese camino no llevaba a ninguna parte.

Cova de Argamassa

Cova de Argamassa, foto de wikiloc (https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/ulldemolins-cova-argamassa-cova-fumada-lengolidor-ermita-de-sant-bartomeu-58289197)

Seguimos dando vueltas, cada vez nos juntábamos más. Los móviles no se ubicaban. Empecé a hacer zoom en el reloj. Hay quien decía que la única opción era al otro lado del río. Y tocó cruzar (primera vez). Cruzamos el río (más que río, era un afluente), y juro que no exagero, el agua me llegaba a la cintura. El agua, que bajaba con fuerza, arrastraba, pero había un tronco que iba de lado a lado y que nos sujetaba. No sé si puesto aposta, o fruto del arrastre, pero bendito tronco.

Al otro lado, me puse a seguir detrás de unos cuantos, que decían saber por dónde iban. Más adelante, se producía la fusión río – sendero, y me empecé a rallar. Eché marcha atrás, no lo tenía nada claro, no tenía claro que ese sendero nos recondujera a donde debíamos ir. Me tropecé con otros corredores. Afortunadamente, éramos bastante más que los 10 del año pasado (40 para ser exactos), y eso se notaba, no corrí tan sola. Volvimos para atrás. Me quedé con un corredor que llevaba un poncho, y esperamos sin cruzar mientras otros cruzaban para explorar posibilidades. Cantaron bingo, y dijeron que lo habían encontrado. Volvimos a cruzar al lugar de donde veníamos (segunda vez).

Gráfico

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En verde, el track de la carrera, y en rojo, las vueltas que estuve dando.

Total, que el bingo no llegaba a línea. De nuevo en la cueva, de nuevo un callejón sin salida, de nuevo mil pisadas en círculos. Nos teníamos que rendir a la evidencia: la única manera era seguir por el otro lado del río, intentar ir paralelos al mismo (camino del Fraguerau), y parece ser que, más adelante, nos juntaríamos con el track original. Así que sí, tocó cruzar (tercera vez). A estas alturas (y menos mal que no hacía mucho frío) yo ya había perdido la sensibilidad al agua en las piernas. Yo tiraba hacia arriba la chaqueta (donde llevaba el móvil, envuelto en un par de bolsas zip), mientras un corredor, al otro lado (Cesc) me decía que me sujetase a su bastón, y que soltase lo que llevaba en la mano (no, no quería soltar la chaqueta y encima perder el móvil). La pitera del agua era tremenda, yo creo que si no llega a haber tronco, no cruzamos ni Dios.

Ya al otro lado, comenzamos a caminar por el sendero, paralelos al río. El río invadía el sendero, total, de perdidos, al río (y en sentido literal). Seguimos caminando, y en un momento dado, giramos a nuestra derecha. Cuando el camino se abrió un poco, vimos el río en todo se esplendor. Al otro lado se parecía adivinar el sendero que tendríamos que haber cogido.

Imagen que contiene Mapa

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En rojo, lo que hicimos nosotros, y en azul, el track original.

Llegamos a una edificación (Mas del Soleràs), y por fin volvimos al sendero que debíamos seguir. Eran las 3 y media de la tarde, y llevábamos recorridos unos 37 km. Íbamos en silencio, la verdad que, en cierto modo, a todos se nos había puesto el cuerpo del revés con semejante trasiego por el río. Creo que (y no exagero) es la vez que más fuera de punto he estado en carrera. Lo bueno es que nos fuimos secando, relativamente. No tenía frío.

Más o menos lo teníamos claro, aunque eso no quita para que nos liásemos en algún punto:

Gráfico

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Nos desviamos un poco, aunque al final hubiéramos acabado en el mismo sitio

Un poco más adelante, llegamos a un punto que era común con la carrera del año anterior, y además llegamos al track original de este año, a la altura de Forn del Maquis:

Imagen que contiene papalote

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En Forn de Maquis se unen el track de emergencia y el track original (azul claro)

Yo no era consciente de eso. Aquí nos desviamos con respecto al track, pero no éramos conscientes de desviarnos. Creo que era debido a la cantidad de agua que llevaba el río, lo que nos imposibilitó pasar por donde se supone que era. Este punto (que yo estaba esperando en carrera) yo lo había alcanzado el año anterior de noche. Era un tramo algo confuso, justo antes del avituallamiento de Margalef. Me había tocado subir una especie de tramo escalonado por el río, y yo tenía en la cabeza que volvía a pasar por ahí, lo que pasa que el percal era muy diferente. Era de día, y había mucho más agua, por eso no logré identificar ese punto en carrera. Llevábamos una maratón a las espaldas, y eran las 4 y media de la tarde. No es que no viese el momento de llegar al avituallamiento, es que no veía el momento de alcanzar la bolsa de vida (y lo que quedaba aún).

Mapa

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En azul, track del año pasado que recorrí (coincidente con este año). En rojo, por donde tuvimos que pasar.

Veía complicado alcanzar Cabacés con luz diurna, y, de hecho, creo que dejé ya preparado el frontal. Aun con todo, yo trotaba y trotaba, con la esperanza de llegar lo antes posible. Yo sabía que tenía que pasar cerca de Margalef, punto donde había tenido un avituallamiento el año anterior. En carrera fui incapaz de identificar dicho punto:

Un mapa de un videojuego

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En rojo, track del 2024, en azules, los de este año

Unos km después, alcancé la ermita de San Salvador. Era de día, y el panorama difería mucho del año anterior, completamente a oscuras con perros ladrando sin cesar. Pasar de día era bueno, pero tampoco sabía hasta qué punto significaba una mejora con respecto el año anterior (ya que la hora de salida era diferente). Además, era consciente de que el trasiego (literal) por el río me había perfumado un tiempo muy valioso. Pero bueno, que a eso íbamos.

Imagen que contiene exterior, edificio, roca, piedra

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Ermita de día, foto mía

Imagen que contiene mapa, pastel, papalote, vuelo

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Llegada a la Ermita de San Salvador, los tracks se separan (en azul, el de este año)

Dejé la Ermita, el camino difería en este punto con respecto al 2024. Y he de reconocer que se me hizo más llevadero. Por fin alcancé Cabacés, 51 km y las 19:41 (corte horario a las 24:00). Obviamente, se había hecho de noche, pero había apurado la luz hasta el último momento.

El avituallamiento era al aire libre. Comí algo, me hicieron una foto para mandársela a Mónica, y aguanté la tentación de pasar al interior de un bar. Llovía, y lo único que quería era llegar a la bolsa de vida y cambiarme de ropa. Reconozco que estaba tocada por lo del río, pero al menos, me había secado, de aquellas maneras.

Resulta curioso como repetí algunas de las confusiones del año anterior. Una de ellas en el km 71, más o menos. Incluyo capturas de pantalla del recorrido: en rojo, el track del año anterior, en azul oscuro, el track nuevo, y en azul claro, el recorrido que realmente hice.

Mapa

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En el km 71 me lío en el mismo sitio que el año anterior

Imagen que contiene exterior, papalote, vuelo, animal

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Aquí me lío, sin más.

Y es que la inercia te lleva por el sendero más aparente, sobre todo de noche. Un poco más adelante, volví a liarme. Me había liado de la mismo forma el año anterior, y no era para menos, el camino se metía entre los árboles, y costaba distinguir el sendero. Un corredor, con quien había ya coincidido el año anterior, me alcanzó y me recordó que, en ese mismo punto, nos había pasado lo mismo. Me invadió una sensación de déjà vu. Me marcaba como 78 km, aunque se supone que llevábamos menos (con tanta vuelta por el río, no me extrañaba).

Un papalote de colores

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Confusiones en medio de la noche

Acabamos subiendo entre medio de los árboles alejándonos ligeramente del track original:

Un dibujo de una persona

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Todo recto

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