Ultra Trail Guara Somontano: La Ultra de casa

Juanitos Run
Carreras de montaña
23/05/2015

Los últimos rayos de sol ya estaban pegando en La Colegiata cuando asomamos nuestras mejores pintas preultra por la calles de Alquezar. Pronto se empieza a sufrir sus cuestas rumbo a la recogida de dorsales. Que gran motivación al ver a tantos amigos y conocidos por sus calles, en la charla de preparación de la carrera, en la feria del corredor y en su momento superfan con Mayayo y Luis Alberto Hernando. Todo mezclado con imágenes de la ruta en un proyector y la voz amplificada de la explicación de lo que nos íbamos a encontrar al día siguiente. Pero nos podían las ganas de saludar y de hacer fotos para el recuerdo del "una vez nosotros estuvimos aquí",  en ese sinsentido aparente como el correr 102km dónde en esencia se puede pensar que no llevan a nada. Pero era nuestro momento, las horas previas al fin de tablas de entrenamiento, zapatillas, polvo y sudor...la soledad del corredor de fondo que dijo aquél se veía interrumpida por ese gran momento y esa gran suerte de poder participar en la Ultra de Casa por excelencia.

Y cómo no podía ser de otra forma, llega el sábado a las 5:45 y suena el despertador con toda su rabia. Lo normal para mí en una fecha tan señalada como un 4 de octubre a esas horas es sacar dinero de un cajero para subirme a un bus del cual me bajaré en la siguiente parada porque mira tú por dónde no llevan cambio de 20, pero como en esta vida hay que hacer de todo y al final llega un momento que lo de pegarte más de 20 horas por el monte hasta te hace gracia. Y así pensando en estas cosicas nos encontramos todos mirándonos a las cara y dejándonos medio ciegos con la luz de los frontales, aquello parecía hasta interpeñas de lo animado que estaba, con pulsera festivalera y todo. Y después de las palabras típicas del speaker con los sonidos del último mohicano de fondo dan el pistoletazo de salida, y allá que nos vamos. 

Con el primer avituallamiento estamos en Asque después de 8,6 km y 437 m de desnivel positivo, gran momento donde el sol empieza a salir y no hacía nada de frío. Se ven filas de los corredores tanto por delante como por detrás, muy estirados, a paso trotón y con rumbo otra vez a Alquezar. Efectivamente a esas horas ya se preveía que íbamos a pasar calor del rico, del que te pica. Así que poco a poco vamos sumando kilómetros, subidas y bajadas. 


Esta carrera no es de alcanzar cotas altas y vuelta al valle, si no más bien de un subebaja constante por los diferentes barrancos que hay en esa zona. Caminos con piedras muy sueltas pero que de vez en cuando te permiten levantar la cabeza y ver las grandes formaciones fruto de la erosión del agua. A esta altura de carrera ya me encuentro con Marcos de la mano con un Manuel un poco acalambrado  pero que con un sobre de magnesio se convierte en una especie del Increíble Hulk de las senderos y desaparece dejando una estela de polvo al más puro correcaminos, creo que hasta nos dedico a Marcos y a mi un autentico MEC MEC!

Y un poquito antes de llegar a Rodellar nos encontramos con Tony a la sombra y un poco aplatanao, con torceduras en ambos tobillos. Ya llevabamos los 34 km, sudando a rabiar y unos 2000 m positivos. Tony se toma un ibuprofeno y seguimos juntos rumbo al Collado de las Almunias y a uno de los puntos más altos de la carrera superando los 1300 m de altura. Ya faltaba menos para llegar a Rodellar y coger fuerzas, cambiarnos la ropa totalmente empapada y darnos crema solar. En casi todas carreras de estas características tienes las posibilidad de dejar  una mochila esperándote a mitad camino dónde guardar ropa de recambio y demás amuletos de la suerte, porque cañita brava lo que nos quedaba todavía. Lo malo de estas bases de vida o de parada técnica es que quedarse en las terrazas de Rodellar con una cerveza no es que fuese tentador, es que más de uno lo llevo a la practica con mucho éxito, así que había que salir de allí disparado como el auténtico hombre bala. Y como buenos chicos, los escobillas de andadaeh Marcos and moi cambiamos a un Tony que no para en Rodellar y que se vino a más por un Jordi que nos espero en nuestro repostaje.

Los tres mosqueteros nos liamos la manta a la cabeza, nos encontramos al gran webmaster y mejor amigo todavía haciendo fotos, saludos de rigor y empezamos rumbo a Otin y Letosa. Justo en la primera subida fuerte no encontramos a un corredor de vuelta a Rodellar un poco mareado, y más adelante a otro sentado encima de una piedra maldiciendo su retirada y los puntos que le faltaban para ese gran UTMB (Ultra trail de Montblanc). Lo malo de no llevar un ritmo tan fuerte como para estar de mitad carrera hacia adelante es que a partir de ahora nos vamos a encontrar cada cuadro de los de "vaya vaya, como va este". Cuando pasamos por el mítico delfín de Rodellar recuerdo de la charla del día anterior que en este punto hay una surgencia que sale de la pared ideal para coger agua, que sabia decisión.

En Otín ya empezamos a ver corredores con nauseas y dando el do de pecho en una sinfonía que se oía desde la entrada de las primeras casa abandonas. El camino es de postal eso sí, y lo será más adelante en la fajas del Mascún. Aquí Marcos ya lleva un poco de vértigo así que vamos los tres bien pegaditos no vaya a ser que alguno se despiste y se tire barranco abajo, en estos momentos cualquier excusa es buena para abandonar. Y correteando cuando podíamos y caminando cuando no, nos plantamos en Letosa con más de 50 km a la espalda, vamos que ya lo tenemos medio hecho. Empiezo a notar molestias en la planta del pie, mis Sportiva Q-lite con dos ultras de 100, dos de 50 y media docena de 20-30 estaban ya que piden jubilación. Pero tenia ganas de despedir el año con ellas puestas.

Conforme llega la noche llegamos a Bellostas, aquí Jordi se escapa porque quiere llegar de día a la base, así que los escobillas andadaeh´s como buenos maños decidimos rellenar el hueco dejado por Jordi y apadrinar a una chica que iba sola, Elena. En cuestión de minutos iba a ser nuestra compañera hasta meta. Pobrecilla, no sabía dónde se había metido, y no por apuntarse a una carrera de 102 km, que eso también tiene traca. Así en Bellostas nos hidratamos comemos bien, los avituallamientos en la carrera son abundantes, y la gente tirada en la granja también. Así que no parar mucho en estos sitios y teniendo en cuenta que no llevamos un ritmo muy acelerado, para que nos vamos a engañar, lo mejor es parar poco. Así que otros 662m positivos y 9,9 km hasta llegar al Collado de Buil para los cuatro jinetes del apocalipsis, porque menudos rayos se veían sobre Barbastro, daban lluvias a las 3 am, así que había que llegar a meta antes. La idea era llegar corriendo hasta el antepenúltimo avituallamiento, Mesón de Sevil, pero el ir los cuatro juntos a buen ritmo es ideal, así que china chana vamos comiendo kilometros y con muchas ganas de sentarme, cosa que hice al llegar al Mesón de Sevil por segunda vez en 20 horas. Aquí ver por enésima ver a Francisco Javier es una pasada, los ánimos que te da, que lleva levantado desde las 5.45 como nosotros, más de 20 horas haciendo fotos, animando y con el coche de un lado a otro por pistas y carreterillas. Lo he dicho mil veces, pero siempre serán pocas amigo: Eres muy grande campeón!

Así que sin perder tino y con ganas de tirarnos con un doble salto mortal encima de una cama, ya olemos los quesos de Radiquero...vale sí, esta bien, eramos nosotros los que desprendían cierta olor, pero era tan bonito pensar en un queso ovejero. En Radiquero también estaba esperando la familia de Elena, los cuales yo creo que se fueron más preocupados al ver la compañía de su hija. Y ya por una pista bien cómoda vamos a llegar a la meta de Alquezar, la cual estaba a 5 km. Una última subida y ya se ve La Colegiata, 21 horas después esta otra vez ahí. Que sí que sí,  es cierto que lleva un montón de siglos, pero a mi me hacia ilusión que hubiese aguantado otras 20 horas. Gran bajada hasta la meta, correteando por el pueblo, los cuatro juntos, montón de amigos esperando en meta para ser las 4:30 de la mañana, últimos paso, cruce de sensaciones ... piensas que nunca más, pero sólo eso, lo piensas.

Con la medalla ya colgando y con las fotos finisher de rigor, creo que el irse a la cama a las 5 de la mañana es buena idea, seguro dentro de unas horas todo parece distinto.

Juan Maicas
 

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