FECHA:
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07/04/2019.
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DISTANCIA:
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42,195 kms.
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DESNIVEL:
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-
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DORSAL:
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505
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TIEMPO LISTADO:
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3h. 07’ 51’’
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TIEMPO CHIP:
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3h. 07’ 39’’
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RITMO:
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4’ 27’’/km.
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PUESTO:
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102/998 (1.400)
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PUESTO CATEGORÍA:
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16 VET >45
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DISTANCIA GPS:
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42,98 kms.
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DESNIVEL GPS:
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+362 mts.
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TIEMPO GPS:
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3h. 07’ 43’’
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RITMO GPS:
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4’ 22’’/km.
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Ya he manifestado varias veces lo complicado que resulta mantener una disciplina de entrenamientos “en el valle” en invierno para un amante de la montaña y del verano como yo. Apuntarme a un maratón de primavera suele ser el señuelo para sacarme de casa los fríos y oscuros días de invierno, frente al cierzo o la niebla. Pero esta vez iba a dar una vuelta de tuerca: me propuse cumplir un plan de 12 semanas como preparación, cosa que ocurriría por segunda vez en mis diez participaciones en un maratón. No digo con esto que no preparara los ocho restantes, hubiera sido una insensatez, sino que no lo hice cumpliendo estrictamente un plan preconcebido. Unas veces entrenaba “a mi bola” específicamente para el maratón y otras aproveché los entrenamientos para ultras o carreras de montaña, que eso sí siempre hago “al libre albedrío”.
Pensé que sería la primera y última “bala” para intentar bajar de 3h. 15’, antes de afrontar de vez en cuando algún que otro maratón, no sé cuantos más, no muchos más, pero a ritmos más lentos.
Seguí lo más fielmente que pude un plan para sub 3h. 15’ que me gustó. Tuve que añadir varios días de actividad de raquetas de nieve con desnivel considerable. Y no pude siempre respetar el día de descanso entre entrenos. Bajé algún kilillo, no porque estuviera por encima de mi peso habitual estos años, quise probar si tirar algo de lastre me iba bien.
La velocidad de las series y rodajes a ritmo según avanzaban las semanas iban separándose de los marcados, aumentando. Mis números los días de calidad reflejaban que estaba rápido (para mi nivel); los días fáciles o de rodaje, llegaba a casa con peores sensaciones. El test del medio maratón de la semana 8, el Medio de Zaragoza, salió excepcional, quedándome a poco de bajar de hora y media. Pero la idea del plan es hacerlo a ritmo objetivo de maratón y no “a tope”, en fin, y lo pagué los días posteriores. Y el veneno de bajar de 90 minutos se me había inoculado. Quince días después fui a Tudela a conseguirlo. Efectos secundarios: algo de sobrecarga en isquios y aductores, y unos días de estar verdaderamente cansado. Pensé que igual la había fastidiado. De hecho la última semana, de descarga, estuve a punto de parar del todo, porque los aductores los sentía aún cargados.
A las 8:30 del 7 de abril estábamos en la Plaza del Pilar más de un millar de corredores, llenos de dudas y de ilusión, supongo. Yo al menos, sí. Como soy un poco romántico y un poco supersticioso, repetí la indumentaria del Maratón de Madrid de 2012, mi mmp, 3h. 13’ 18’’. Una preocupación en Zaragoza suele ser el cierzo. Si aparece con intensidad, ya te puedes olvidar de ritmo y demás. Dieron frío, sin lluvia, por los pelos, y viento no excesivo. Hacía frío y no llovía.
Me coloqué cerca del globo de 3h. 15’. Pero mi objetivo no era ese. Mi idea era correr a una media de 4’ 30’’ el kilómetro, para terminar unos segundos por debajo de 3h. 10’. El plan era salir a ese ritmo y comprobar sensaciones pasados un par de kilómetros y actuar. Si no podía, descolgarme al globo de 3h. 15’. Si me sentía a gusto, continuar así.Tendría que tirar de reloj (sabiendo que marca de más), sin liebre de referencia.
Tras el pistoletazo, adelanté al globo y mirando el reloj intenté mantenerme en un ritmo alegre pero sostenible. Iba sobre 4’ 20’’/km. e iba bien. Perfecto.
Así, más o menos, me mantuve. Si veía que iba por encima, me moderaba, si por debajo, aceleraba un pelín. Fuimos a la Expo, y volvimos al Arrabal.
Allí, sobre el 8 me di cuenta de que había un grupete al que me acercaba poco a poco y enlacé.
Nos alejamos del río y nos dirigimos al Parque Grande, en ligera subida que no se nota, tras unas revueltas por Cesáreo Alierta. Corrían unos segundos más rápidos de lo que yo necesitaba pero iba bien y me acoplé. En Cuéllar en el 17 el grupo aceleró ligeramente y yo decidí mantenerme. Muy poco a poco se fueron. De momento tenía colchón para llegar por debajo de 3h. 10’ y quedaba mucho, no quería pagar luego el ir unos segundos más rápido, aunque pudiera en esos instantes. Pasé el medio en 1h. 32’ 50’’. Bien. Estaba bastante entero, no iba al límite. Continué mirando el reloj y controlando ir siempre entre 4’ 20’’ y 4’ 25’’. Los kilómetros por el Parque y junto al Canal se me hicieron pesados, había cuestas, lo que añadió algunos segundos al ritmo y había ganas de volver al río y al centro donde estaba la meta.
Por fin tras el 24 se inició el regreso, aún junto al Canal. Controlaba ir algún segundo menos del 4’ 30’’, para no gastar ni un ápice de más. Pero la ligera bajado por Cuellar y las rectas de Tenor Fleta, Camino de las Torres y Miguel Servet ayudaron a ganar segundas. Hasta el kilómetro 35 incluso incrementé el margen. Pero quedaba lo peor. Lo sabía, y me propuse regular (dentro de lo que se puede regular cuando ya tampoco queda mucho), que “el tío del mazo” acecha en cada zancada.
La subida al puente del Tercer cinturón se notó. En las piernas, y en el reloj. Pude mantener un ritmo sintiendo la sensación de no ir al límite, lo que suele ser preludio de “petada” inminente, ya sobre los 4’ 30’’. Pillé a alguno del grupete. Eso me animó. Al girar por la ribera, hasta el Puente de Santiago, dio el viento en contra. No era excesiva su fuerza para lo que nos tiene acostumbrados el cierzo, pero a esas alturas de película, sin sentir ir más despacio, con la misma sensación de esfuerzo o más, el reloj se me disparaba a casi 4’ 40” y hubo que apretar con lo poco que quedaba, ya sólo para mantener el tipo y no dilapidar el margen.
Al cruzar el río, llegó el 40. Miré el reloj y salvo desfallecimiento repentino, supe que bajaría con holgura del objetivo. La cuesta de San Vicente de Paul no permitió acelerar, aunque la gente compensaba algo con sus ánimos.
Pero a partir del 41 en el Coso, llaneando y bajando hacia el Pilar, aceleré lo que pude, para dejarme sólo “lo de volver a casa”, intentando por otro lado disfrutar y retener los momentos previos a la entrada, que son los más emocionantes. Acabé el último kilómetro bien, en 4’ 05’’. La revuelta por la Plaza del Pilar fue muy bonita. No me hizo falta mirar mi reloj, el de meta marcaba 3h. 07 y pico. Lo paré tranquilamente en 3h. 07’ 43’’. Décimo maratón completado, y con mejor marca personal.
Llegué contento, además de por el tiempo obtenido, porque lo había conseguido sin agonías ni sufriendo por encima de los límites digamos, saludables. Terminé con buenas sensaciones, las de haber hecho todo lo que podía, y sin arrastrarme al final.
Horas después, en frío, siempre queda la duda de si yendo un pelín más deprisa al principio, cuando podía, también hubiera podido luego aguantar el ritmo. Siempre que no llegas destrozado, pensando “a posteriori” en el sofá, te queda la sensación de que podías haber sufrido un poco más. Pero lo primero, ¿para qué?, y lo segundo, ¿seguro?. Creo que hubiera terminado arrastrándome o sufriendo de manera insana; muy probablemente hubiera “reventado” en algún momento y más probablemente aún, desde el kilómetro 35 los parciales hubieran sido peores.
GRACIAS A TODOS LOS QUE ESTUVISTEIS ANIMANDO Y A LOS FOTÓGRAFOS